Es cuestión de tiempo
El tiempo... Esa dimensión que todo lo envuelve, que todo lo determina, que todo lo transforma. Está presente en cada rincón de nuestra existencia, y sin embargo, es imposible tocarlo o verlo. Como el aire que respiramos, sabemos que está ahí, sentimos sus efectos, pero escapa a nuestros sentidos.
Es sorprendente cómo cinco minutos pueden sentirse como una eternidad o desvanecerse en un parpadeo, según lo que estemos haciendo.
Cinco minutos observando una puesta de sol nos parecen un suspiro, un momento fugaz que intentamos retener en nuestra memoria. Pero esos mismos cinco minutos esperando los resultados de un análisis médico se vuelven interminables, cada segundo pesa como plomo en nuestro pecho. Es curiosa esta elasticidad del tiempo, ¿verdad?
Hay una verdad fundamental que nos acompaña siempre: todo en esta vida es cuestión de tiempo.
Los antiguos romanos tenían una frase para esto:
"Mememto Mori" - recuerda que morirás.
No es una sentencia pesimista, sino un recordatorio para vivir con propósito. Nuestra partida de este mundo es inevitable, y eso precisamente hace que cada momento sea valioso.
En estos tiempos donde la depresión se ha vuelto tan común en nuestras vidas, es importante recordar que el dolor también es temporal. Cuando nos sentimos perdidos, cuando no reconocemos nuestra propia imagen en el espejo, cuando parece que hemos perdido nuestra esencia... es solo cuestión de tiempo. El reencuentro con nosotros mismos no es imposible, es un proceso que ocurre gradualmente.
En este Día Mundial de Lucha contra la Depresión, vale la pena repensar nuestra relación con el tiempo. No como algo que nos persigue, sino como un compañero en nuestro viaje. Porque si algo nos enseña la depresión, es que las manecillas del reloj siguen girando incluso en nuestros momentos más difíciles, y con cada giro, traen la posibilidad de un nuevo amanecer.
Con cada atardecer nace una nueva oportunidad
El tiempo sana, el tiempo revela, el tiempo transforma. Y mientras tengamos tiempo, tenemos esperanza. Porque encontrarnos de nuevo, recordar quiénes somos, sanar nuestras heridas... todo es, al final, cuestión de tiempo.